miércoles, diciembre 14, 2005

DESAROLLO DE VENEZUELA

Venezuela: Desarrollo Endogeno y Transicion al Socialismo
Guillermo Navarro Jiménez*
14 de diciembre de 2005
«Puede concebirse la evolución pacifica de la vieja sociedad hacia la nueva, en los países donde la representación popular concentra en ella todo el poder, donde, de acuerdo con la constitución, se puede hacer todo lo que se desee, desde el momento en que se tiene tras de sí a la mayoría de la nación» Federico Engels
Modelo de desarrollo y relaciones de producción
En forma inicial y a objeto de disponer de elementos para nuestra reflexión, vale mencionar la incorrecta definición de «modelo de desarrollo» que formula el Ministerio para la Economía Popular (MINEP) , definición que, por otra parte, permite reconocer la razón del voluntarismo y de todos los errores que se acotan más adelante. Efectivamente, este ministerio señala que: «Se puede definir un «modelo de desarrollo» como la forma específica que adquieren las relaciones de producción (las negrillas son nuestras), la organización económica y las políticas estatales en un momento determinado».
Definición equivocada en tanto y en cuanto:
1. No entiende que por modelo de desarrollo se califica únicamente a un conjunto de políticas económicas, que no a las relaciones de producción, a pesar de la especificidad que demandan los autores. Bastaría preguntar a los ideólogos de la propuesta: ¿Cuáles eran las relaciones de producción específicas, cualitativamente distintas, en los modelos de desarrollo agroexportador, de sustitución de importaciones, de crecimiento hacia adentro, neoliberal?. La respuesta no puede ser otra que las relaciones capitalistas de producción, lo que confirma nuestro aserto;
2. Desatiende un concepto elemental, las relaciones de producción son categorías que dicen al ser de las formaciones económicas y sociales, en el marco de las cuales se formulan políticas económicas, estructuradas bajo la denominación de modelos de desarrollo;
3. En consecuencia con lo planteado en los numerales inmediatos anteriores, asume que el contenido (política económica) es igual al continente (formación económica y social). Ello les permitirá afirmar, más adelante, que las políticas económicas propias del desarrollo endógeno, son capaces, y casi suficientes, para generar cambios en las relaciones de producción; y,
4. Por lo antes expresado, mezcla dos niveles de abstracción distintos y, en consecuencia, niveles de conocimiento diferentes: el empírico, factual de la política económica con el dialéctico de la economía política.
La falta de comprensión de la diferencia entre los elementos antes aludidos, determina y posibilita que, en adelante, el MINEP plantee, sobre la base de una política económica, que es posible modificar las relaciones de producción y la superestructura, aspectos sobre los cuales volveremos más adelante.
Desarrollo endógeno y voluntarismo
«La reproducción se hace primero en las personas y después en las cosas» Graffiti de Mayo del 68
Una primera aproximación al concepto «Desarrollo Endógeno» permite afirmar que se trata de un conjunto de políticas económicas tendientes a posibilitar, según el MINEP, el desarrollo económico, social y político, como respuesta a la presencia de una serie de desequilibrios, los cuales, según el MINEP, se restringirían a los siguientes:
a. Injusta distribución de la riqueza;
b. Desigualdad social que se expresa en la exclusión, y cuyos indicadores concretos son el desempleo, al insalubridad, el analfabetismo, un sistema educativo limitado, falta de viviendas, etc.;
c. Sectorial, manifiesto en un predominio de las actividades petroleras sobre las restantes, y una reducida presencia de otros sectores, principalmente el agropecuario;
d. Espacial, que se caracteriza por una elevada concentración urbana en las ciudades y puertos del norte del país.
Problemas ante los cuales plantea el logro de los equilibrios: social económico, político, internacional y territorial, utilizando como instrumentos para ello el desarrollo de loa denominados «Núcleos Endógenos», los cuales se definen como estructuras productivas «con vocación comprobada de continuidad en el tiempo, atenido a sus propias potencialidades». A lo que agregan que: «Físicamente se constituye sobre un territorio adecuadamente demarcado, habitado por un conjunto de personas identificadas entre sí por una comunidad de historia, cultura, tradición de lucha y actividades económicas».
Los Núcleos Endógenos (NUDE) que pueden ser urbanos, periurbanos o rurales, deben poseer, igualmente según el MINEP, las siguientes características:
1. «Adscrita a modos y relaciones de producción alternativas al capitalismo»;
2. «Donde priven (sic) las prácticas democráticas y autogestionarias»; 3. «Motorizada por las formas de trabajo asociado y no asalariado»;
4. «Donde los medios de producción sea (sic) colectiva o estatal»;
5. «Centrada en el reparto igualitario del excedente»;
6. «Solidaria con el entorno social en que se desarrolle»;
7. «Aferrada a su propia autonomía frente a los centros monopólicos del poder económico o político».
Las formas que se sugieren para el desarrollo de los sectores: «agrícola, industria, turístico, de infraestructura y de servicios», son las cooperativas «revolucionarias» -organizadas, en la medida de lo posible, en cadenas, redes productivas , las cuales deben privilegiar el trabajo asociado, toda vez que, como lo reconoce el propio documento: «El cooperativismo ha evidenciado una incapacidad orgánica, no sólo para romper las estructuras capitalistas sino aún para modificarlas. Las más exitosas experiencias han terminado en la absorción por parte del sistema o en su destrucción violenta, como fue el conflicto de los Talleres Nacionales que desencadenó la revolución de 1848 en Francia, considerada por algunos autores como la primer revolución proletaria en el mundo».
El MINEP, finalmente plantea que los objetivos del desarrollo endógeno son:
«a. Enfrentar la preponderancia del lucro y del interés individual como eje de la producción, privilegiando el interés y bienestar del colectivo.
b. Promover nuevas relaciones sociales y de producción que tenga como norte evitar la centralización y la concentración de la propiedad, propiciando más bien una democratización efectiva.
c. Estimular la adopción de un nuevo estilo de vida y de consumo que permita superar la sobre diversificación de bienes y la inflación estructural que ésta acarrea.
d. Todo ello apelando a la planificación democrática de la economía, rechazando la anarquía del mercado y favoreciendo la satisfacción de las necesidades colectivas».
Objetivos entre los cuales los contenidos de los literales a, b y d se muestran totalmente excesivos, si se recuerda que, en el mismo documento, el MINEP, en relación a los NUDE, afirma que: «Es alternativo un modelo de desarrollo que no pretende suprimir las relaciones de producción capitalista en su en su entorno, sino abrir y explorar relaciones de producción diferentes que sean sustentables en el tiempo (las negrillas son nuestras)».
Efectivamente, la concentración de la propiedad es el resultado de una de las leyes generales del capitalismo. En consecuencia, no depende de la voluntad de los funcionarios del MINEP evitar ese proceso. En otros términos, la política económica es un acto volitivo que depende de la decisión de los burócratas de turno, no así la modificación de las leyes generales del capitalismo. Estas operan fuera de la voluntad de los hombres, no se modifican mediante acciones volitivas, por lo mejor intencionadas que éstas sean. Su cambio requiere de modificaciones profundas en las formas de propiedad, en sus expresiones legales, y, consecuentemente, en las relaciones de producción. Cambios que, como es bien conocido, tampoco se producen mediante decisiones individuales o con la sola participación de reducidos sectores de una nación, por más movilizados que se encuentren, como es el caso del pueblo venezolano.
Igualmente debe señalarse que «la planificación democrática de la economía», es otra de las características del ser del socialismo, de ésta formación económica y social. En el capitalismo la ley que rige su actividad es el mercado, contrario a la planificación por cuanto responde a las decisiones individuales de los capitalistas. Por ello, igualmente no basta la voluntad de los funcionarios del MINEP, para que estas leyes dejen de formar parte del accionar de un país capitalista. El sostener la posibilidad de que se instauren formas de planificación democrática en la economía, sin modificar antes las relaciones de producción capitalistas, es una irresponsabilidad, puesto que genera falsas expectativas en las masas que participan del esfuerzo revolucionario, a la vez que las desarma, puesto que sostiene, implícitamente, que los cambios estructurales no son indispensables.
Finalmente respecto al contenido del literal a. debe puntualizarse que: «el lucro y el interés individual» e incluso el «el interés y bienestar colectivo» son parte de la superestructura de la «sociedad civil», en el entendimiento de Marx. En consecuencia, como aquella mantiene correspondencia con la estructura capitalista, la que tiene el carácter de predominante. Por ello, si bien la superestructura puede desarrollarse con determinado grado de autonomía, termina determinada por la estructura, si no existe un gran esfuerzo ideológico y político para consolidarla y, fundamentalmente, si no se eliminan las relaciones de producción que reproduce «el lucro y el interés individual». No depende, entonces, de la voluntad del MINEP, de la sola voluntad de sus funcionarios la posibilidad de lograr el objetivo analizado. Su sustentabilidad depende, en última instancia de la transformación de las relaciones de producción capitalistas. Con esta afirmación, por cierto, no queremos afirmar que la relación entre la superestructura y la estructura es mecánica. Lo que sostenemos es que se hallan mutuamente condicionadas, relación en la cual predomina, en tanto elemento reproductor de la superestructura, la estructura.
Para una mejor comprensión, debe siempre recordarse que lo antes planteado no constituye otra cosa que poner sobre el tapete la dialéctica de las ideologías en la conciencia de los hombres, aspecto de especial importancia, hasta el punto que se considera uno de los elementos que determinaron el reflujo de los países socialistas burocráticos. Esta contradicción, desde entonces, se considera un elemento al cual debe prestarse especial atención, incluso en los países socialistas consolidados. No se diga en un proceso de transición democrática como el de la Revolución Bolivariana de Venezuela, en que la ideología individualista y el afán de lucro se promocionan abierta, amplia, en forma reiterada y constante, en forma conciente y planificada por parte de los sectores de oposición.
Desarrollo endógeno y socialismo
«Si la victoria no era fácil, difícil será consolidar nuestro triunfo y construir la nueva sociedad, la nueva convivencia social, la nueva moral y la nueva patria» Salvador Allende
La afirmación del MINEP, en relación a las características del los NUDE, en la que explícitamente asevera que: «Es alternativo un modelo de desarrollo que no pretende suprimir las relaciones de producción capitalistas en su entorno, sino abrir y explorar relaciones de producción diferentes que sean sustentables en el tiempo(las negrillas son nuestras)», requiere algunas reflexiones adicionales.
Una primera se deriva de un hecho incontrovertible. El Presidente Hugo Chávez Frías ha sido absolutamente claro y explícito en afirmar que es el socialismo la formación económica y social que debe construirse. Expresión inequívocamente planteada en el Foro Social del 2002, evento luego del cual lo ha reiterado en innumeras oportunidades. Si ello es así, no se entiende el pudor del MINEP para acoger el planteamiento presidencial, en lugar de recurrir al eufemismo de «abrir y explorar relaciones de producción diferentes».
Desde el punto de vista teórico, el afirmar, por una parte que: «no se pretende suprimir las relaciones de producción capitalistas», y, por otra, que de lo que se trata es de «abrir y explorar relaciones de producción diferentes» es un contrasentido, a menos que se sostenga que, a más del socialismo, es posible construir una novísima formación económica y social, con lo cual el MINEP estaría reinventando la historia de la humanidad, al establecer la posibilidad de construir una inédita formación económica y social, distinta de todas las conocidas hasta la fecha.
Vistos los errores teóricos frecuentes que caracterizan a los documentos del MINEP, y principalmente la poca rigurosidad con la que se utilizan los distintos conceptos y categorías, es posible que lo que quisieron afirmar es que deben abrirse y explorarse nuevas «formas de producción», en lugar de «relaciones de producción».
Sea cual fuere la intencionalidad críptica de los términos utilizados, la historia de la humanidad señala que en el tránsito de las formaciones económicas y sociales, luego del capitalismo sólo cabe la construcción del socialismo, con los contenidos específicos que el proceso revolucionario de cada país adjudique. Para ello, obvio es, será necesario el reemplazo de las relaciones de producción capitalistas por las socialistas, proceso que sólo es posible realizarlo si se elimina la forma de propiedad privada sobre los medios de producción. El «abrir y explorar relaciones de producción diferentes» no conduce, no puede conducir ni apoyar a la construcción de una sociedad socialista, objetivo de la Revolución Bolivarianas de Venezuela.
En consecuencia, si el modelo de desarrollo endógeno planteado por el MINEP pretende contribuir hacia el logro de ese objetivo, es indispensable plantee la necesidad impostergable de avanzar en formas de organización de la producción que contribuyan a crear formas de propiedad social. Lo contrario, por más que se les agregue calificativos de revolucionarias no aportan al avance del proceso, puesto que no pasan de ser frases, consignas revolucionarias, respecto a las cuales Lenín reclamaba: «Guerra a la frase revolucionaria, para que no pueda decirse algún día esta amarga verdad: la frase revolucionaria, sobre la lucha revolucionaria, perdió a la revolución».
Lo antes planteado es tanto mas inexplicable cuando, para avanzar en la constitución de un sector social cuentan con un gran instrumento, el Acuerdo Marco para la Empresas de Producción Social (EPS), las experiencias de socialización de empresas estatales como PDVSA, la construcción de la primera empresa socialista en la Venezuela Revolucionaria: ALCASA, o la socialización del medio de producción tierra, como lo estipula la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario.
A modo de conclusión debe insistirse en una circunstancia antes no anotada. El desarrollo endógeno, a través de los NUDE, tiene una oportunidad única que no debe ser soslayada ni desestimada, la constitución de unidades productivas de propiedad social. No sólo por la fuerza y el ámbito que abarca la Misión Vuelvan Caras, sino y fundamentalmente, porque en esta Misión participan los sectores más pobres y marginados de la sociedad venezolana, los más comprometidos con la Revolución Bolivariana, los más necesitados de las ventajas que ofrece la sociedad socialista. Por ello, abiertos a cualquier cambio que apoye al proceso revolucionario y a la construcción del socialismo, del cual se sienten parte. Sólo la burocracia, por sus taras pequeño burguesas que les produce ante la fuerza y decisión de los sectores más radicales de la Revolución Bolivariana, puede formular «reservas» intelectuales ante el socialismo, puede proponer «buscar nuevas alternativas», mas como mecanismo para diferir las confrontaciones que les aterran, antes que por verdaderas convicciones revolucionarias.
Sólo ello puede explicar el por qué no se atiende el pedido, la insistencia del Presidente Chávez para que se promueve la constitución de las EPS como tarea principal, como lo hiciera, por ejemplo, en el programa Alo Presidente 241 del 27 de noviembre del 2005, y se opte pro privilegiar las organizaciones cooperativas, que a pesar de su calificativo de «revolucionarias» no dejan de ser formas de propiedad privada colectivas y, en consecuencia, formas de organización productivas muy inferiores a las EPS privilegiadas por el presidente Chávez.
Desarrollo Endógeno, desarrollo de las fuerzas productivas y soberanía
Si a las distorsiones, a los desequilibrios planteados por el MINEP se agregan las siguientes características de la realidad económica y social de Venezuela:
a. La dependencia de importaciones de productos agropecuarios, a la que alude el calificativo de «economía de puerto»;
b. La disponibilidad de tierras potencialmente productivas, ociosas en altísimos porcentajes;
c. La presencia de un gran contingente de campesinos desprovistos de tierras, lo que impide tanto el desarrollo de aquellos como del sector en su conjunto;
d. La elevada dependencia tecnológica que caracteriza a Venezuela respecto a un solo proveedor: los Estados Unidos; y,
e. Un importante número de empresas cerradas o en procesos de cierre, por distintas razones.
Es posible ampliar la visión sobre el l rol del desarrollo endógeno a dos nuevos campos; el desarrollo de las fuerzas productivas y el robustecimiento de la soberanía nacional, aspectos poco considerados, en forma explícita, en la literatura elaborada sobre el tema por las instituciones responsables de la Misión Vuelvan Caras.
Desarrollo endógeno y desarrollo de las fuerzas productivas
La visión que se limita a plantear el desarrollo endógeno como un programa meramente productivo, desestima uno de los aspectos más importantes, la contribución de esta política económica para el desarrollo de las fuerzas productivas.
Como es conocido, las formas de propiedad entran, en determinados niveles de desarrollo, en contradicción con el desarrollo de las fuerzas productivas . Cuando esta contradicción se agudiza, la única forma de solucionarla es mediante la eliminación de las formas de propiedad que se oponen al desarrollo de las fuerzas productivas. El caso de la propiedad privada sobre grandes extensiones de tierras incultas por parte de la burguesía terrateniente venezolana es el mejor ejemplo de como, en este caso, la propiedad privada impide el desarrollo intelectual de los campesinos venezolanos y de formas productivas más avanzadas, consecuentemente tecnológicas.
La Revolución Bolivariana de Venezuela, conciente de la necesidad impostergable de resolver la contradicción antes expuesta, promulgó la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario , en el objetivo de disponer de un instrumento legal que le permita adjudicar las tierras de propiedad del Estado o las tierras expropiadas a particulares por cuanto sus títulos de propiedad no podían demostrase legalmente como válidos o que se hallaban ociosas, a los campesinos desprovistos de este medio de producción en adjudicación que no transfiere la propiedad, puesto que la tierra mantiene su carácter de propiedad social. Por ello, la adjudicación de las tierras otorga a los beneficiarios el derecho a trabajar en las mismas y a percibir sus frutos, así como el derecho a que sean trasmitidas a sus sucesores. Posición absolutamente coherente, no sólo con los postulados y los requerimientos de la construcción de una sociedad socialista, sino también con la necesidad de que el estado Venezolano mantenga el dominio absoluto sobre este medio de producción y las riquezas que puedan existir en el subsuelo.
Simultáneamente y en forma complementaria, una de vez iniciado el proceso de cambio de las formas de propiedad, la Revolución Bolivariana de Venezuela ha dado inicio a un acelerado proceso de mecanización del sector agropecuario, mediante la entrega de tractores y otros implementos agrícolas a las unidades productivas conformadas en el marco de la Misión Vuelvan Caras, instrumento fundamental del desarrollo endógeno.
El proceso brevemente comentado, es parte indisoluble de la concepción del desarrollo endógeno para la liberación de las fuerzas productivas y su desarrollo, como lo son también el apoyo que presta, a nivel nacional, la constitución de unidades productivas, la formación de lanceros, la capacitación de los nuevos incluidos en el proceso productivo. Proceso que sienta las bases para elevar la productividad y la producción del sector agropecuario, y, en consecuencia, sustenta el desarrollo de las fuerzas productivas.
Pero el impulso impreso por la Revolución Bolivariana de Venezuela al desarrollo de las fuerzas productivas, no se restringe al campo antes referido. Es un instrumento fundamental para atacar, frontal y en profundidad, los desequilibrios regionales, cuya característica mayor es la concentración del 80 por ciento de la población en la zona norte del país.
El anuncio del Presidente Chávez, sobre la base de los acuerdos suscritos con la República de Italia, del inicio de la ejecución de una gran red ferroviaria, conformada, según los diseños aprobados, por una ruta que circunvalará el territorio nacional, un eje transversal de oriente a occidente que cruza la zona llanera ubicada en el medio del territorio nacional, y, dos ramales adicionales que unirán la ruta de circunvalación con el Orinoco, mediante un ramal en la zona oriental del país, y, un segundo en la zona occidental, constituye el mayor salto que, en el sector vial y de sus fuerzas productivas, ha dado Venezuela en toda su historia. Este proyecto coadyuvará, por sus características a enfrentar:
1. El mencionado desequilibrio regional, por la inserción de zonas hasta la fecha desprovistas totalmente de interconexiones;
2. La sobrecarga que se registra en el transporte por carreteras;
3. El proceso inflacionario, a través de la reducción de costos del transporte de pasajeros y mercancías;
3. La disminuida velocidad de circulación que se registra en las carreteras, por la reducción de unidades que determinará la existencia de un nuevo medio alternativo de transporte;
4. La altísima pérdida de horas/hombre, por la lentitud de la actual velocidad de los medios de transporte.
Mas, desde la perspectiva del análisis, el proyecto igualmente apoyará al desarrollo de las fuerzas productivas, por la instalación de empresas industriales para la producción de insumos indispensables para la ejecución del proyecto ferroviario: durmientes, rieles, plataformas para los vagones, instrumentos para el cambio de rieles, etc. A lo que se sumarán los complejos industriales que se proyecta desarrollar como polos de desarrollo adicionales a los ya existentes.
Sin embargo de todos los elementos altamente positivos del proceso antes descrito, es indispensable insistir en que todos estos esfuerzos que desarrolla la Revolución Bolivariana de Venezuela, pueden servir para dos objetivos: la modernización capitalista o la creación de las bases económicas para la edificación del socialismo. Ello dependerá de que en el marco del desarrollo endógeno se imponga la firmeza y claridad del Presidente Chávez y de los sectores más esclarecidos de la Revolución Bolivariana de Venezuela, sobre aquellos que sostienen los equivocados criterios que plantean que no deben afectarse las relaciones de producción capitalistas, o que deben respetarse a ultranza, sin limite alguno, las formas de propiedad privada, temas sobre los que volveremos más adelante.
Desarrollo endógeno y soberanía
El análisis del desarrollo endógeno desde la perspectiva de lo político, permite reconocer las relaciones que guarda con el concepto de soberanía. Ante ello y antes de entrar en materia es menester una breve digresión sobre los conceptos de los diferentes tipos de soberanía para mejor reconocer el papel que se adjudica, implícitamente, al desarrollo endógeno en el marco de la Revolución Bolivariana de Venezuela.
Soberanía política, territorial y limitada
La «soberanía política nacional es una idea inseparable del Estado soberano» afirmaba el Che Guevara, agregando inmediatamente que: «La soberanía nacional es, significa primero el derecho a que tiene el país para que nadie se inmiscuya en su vida, el derecho que tiene un pueblo a darse el gobierno y el modo de vida que mejor le convenga, eso depende de la voluntad y solamente ese Pueblo es el que puede determinar si un gobierno cambia o no» , definición que ratifica los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas de no intervención en los asuntos internos de un país y de la autodeterminación de los pueblos.
El concepto de «soberanía territorial» , entendido como el poder de un Estado para ejercer su autoridad suprema sobre todas las personas que habitan en su territorio, las cosas que en él se encuentran y los hechos que ocurren en el espacio territorial nacional , nos permite agregar los conceptos de igualdad de la soberanía entre los Estados y la prohibición de amenazar o de utilizar la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, principios también consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. Enfoque importante, hoy más que nunca, puesto que imperialismo estadounidense, con la complicidad de los países capitalistas más desarrollados, impulsa y trata de imponer el concepto de «soberanía limitada», el que, de aceptarse, concedería derecho a esos países, a organizaciones mundiales como las Naciones Unidas o regionales como la OEA, para que realicen acciones intrusivas –acción de introducirse sin derecho-, bajo distintas causales, posición a la que se oponen denodadamente los países del tercer mundo, ya que, la internacionalización de los conflictos choca con el principio de no-intervención en los asuntos internos de los Estados, principio que fue pensado, precisamente, en miras a que los Estados, política y militarmente más poderosos, no violen el derecho de los más débiles.
La contradicción de posiciones en este campo deviene de intereses contrapuestos. En el caso de los países imperialistas, impulsan la «soberanía limitada» en sus esfuerzos por eliminar cualquier obstáculo a sus afanes de dominación global, en tanto que los países del dominado sector mundo defienden la «soberanía territorial» sobre la base de una posición nacionalista que consideran inclaudicable y la única garantía para la conservación del Estado Nacional, de su territorio y para el control y usufructo pleno de sus recursos naturales.
La profundidad y alcance de los intereses contrapuestos, por la fuerza y la irreductible posición de quienes defienden la «soberanía territorial» y los brutales chantajes que despliegan los países imperialistas para imponer la «soberanía limitada» es de tal magnitud que se traducen en el anuncio de consecuencias catastróficas si no se acepta el cambio propuesto, como lo advierte Alvin Toffler, por cierto desde el campo de los intereses imperiales, cuando asevera que: «mientras que poetas e intelectuales de regiones económicamente atrasadas escriben himnos nacionales, los poetas e intelectuales de los países de la tercera ola cantan las virtudes de un mundo ‘sin fronteras’. Las colisiones resultantes, reflejo de las agudas diferencias entre las necesidades de dos civilizaciones radicalmente diferentes, podrían suscitar en los próximos años un derramamiento de sangre de la peor especie».
Los alcances de la cita anterior, así como la solidez de la irrenunciable posición de los países que defienden su soberanía nacional y territorial, por cierto, desmiente a todos aquellos que pretenden afirmar, desde el interior de nuestros países, que la lucha en defensa del interés nacional es una antigualla, que llegan al extremo de afirmar que de la «soberanía no se come» en palabras del ex presidente ecuatoriano Gustavo Noboa, o, que es necesario recurrir a organismo internacionales para que intervengan en nuestros problemas internos, como lo reclama permanentemente la oposición venezolana, acudiendo, todos ellos, a las causales esgrimidas por el imperialismo para limitar nuestra soberanía.
Para tratar de imponer y justificar la «soberanía limitada», la estrategia de los países imperialistas, con el irrestricto apoyo de los intelectuales funcionales de nuestros países, se concentra en impulsar una lucha ideológica para que se acepten, como elementos justificatorios de las intrusiones, a los siguientes:
* La existencia o no de la democracia representativa y electoralista;
* La existencia de corrupción en la gestión pública;
* La violación de los derechos humanos;
* La difusa definición conocida como «seguridad humanitaria»;
* El narcotráfico;
* El terrorismo, principalmente luego del 11 de Septiembre;
* La posesión de armas nucleares o biológicas, aumento utilizado para tratar, vanamente, de justificar la agresión a Irak; y,
* En años recientes, una supuesta incapacidad que nos caracterizaría para el manejo de nuestros recursos naturales, calificados por el imperialismo como estratégicos para su desarrollo, en miras a ocupar o por lo menos internacionalizar la administración de la amazonía, el acuífero Guaraní, la cuenca del Orinoco, los acuíferos de Chiapas, entre otros.
Desarrollo endógeno y soberanía económica
Venezuela, ante la embestida contra el derecho de no intervención, la posibilidad cierta de que pueda ser objeto de intrusiones imperialistas bajo el amparo de cualquiera de las causales antes enunciadas, y, principalmente, por ser el petróleo y el agua recursos considerados como estratégicos en la «Estrategia de Seguridad Nacional» de los Estados Unidos y por el gobierno de George W. Bush, a lo que se suma la proclama imperialista de que se arrogan el derecho a ocupar los territorios, en cualquier lugar del mundo, donde se ubiquen esos recursos, y, la necesidad de reducir las vulnerabilidades antes mencionadas, se ha planteado como uno de los elementos centrales de su estrategia, el fortalecer su soberanía económica y, en el marco de ésta, la soberanía alimentaria como elemento fundamental. Decisión acertada en la cual, igualmente pesa la experiencia de la Cuba socialista.
Es en esa perspectiva que el desarrollo endógeno adquiere un mayor relieve: promover en forma acelerada la creación de unidades productivas que contribuyan a reducir la dependencia de las importaciones, principalmente en el sector agropecuario, acción a la que igualmente coadyuva la socialización de la propiedad sobre la tierra y la entrega de éstas para que los campesinos las conviertan de ociosas en productivas.
Por ello, debe advertirse que la confluencia de la propiedad social sobre la tierra y el planteamiento del MINEP para crear nuevas relaciones de producción no socialistas, entran en franca contradicción. Efectivamente, el MINEP conducirá a que el desarrollo socialista de Venezuela se vea abocado, si aquel insiste en su error de impulsar la creación de unidades productivas no socialistas sobre medios de producción socializados, a una serie de contradicciones, las que inevitablemente crearan dos situaciones:
1. Que los campesinos asociados en cooperativas reclamen la titularidad sobre la tierra, como ya a ocurrido; o,
2. Que el MINEP se vea compelido a revisar sus planteamientos timoratos e impulse la organización de unidades de producción de propiedad social.
En atención a los pronunciamientos del Presidente Chávez y del camino escogido por la Revolución Bolivariana: la construcción del Socialismo del Siglo XXI, el MINEP no tendría otra opción que optar por la segunda alternativa y convertir a la Misión Vuelvan Caras en arma eficaz para la construcción de la sociedad socialista, aspiración de la mayoría de la población venezolana, como lo ratifica su gran movilización y participación en el proceso revolucionario, en el cual las luces alumbran, desgraciadamente, en muchos sentidos.
Para avanzar en ese proceso será igualmente preciso que se abandonen las posiciones que, desde las filas de la Revolución Bolivariana, defienden la propiedad privada a ultranza, indiferentemente del tamaño de las unidades o del sector en que se encuentren. Posición que obedece a que aquellos que las defienden no han comprendido, en profundidad, tanto el pensamiento como la versatilidad táctica y estratégica del Presidente Chávez, así como las características de todo proceso de transición revolucionario: el irrestricto apoyo para el desarrollo y consolidación de las unidades productivas pequeñas y medias por ser éstas, como la mayoría de la Nación, objeto de la dominación y explotación del gran capital, de la burguesía monopólica y oligárquica.
Esas posiciones igualmente responden a la falta de un correcto entendimiento, de la necesidad imperiosa que se tiene, en todo proceso revolucionario, de discriminar entre las empresas productivas de aquellas que operan en el sector financiero y en el comercio exterior. Las razones son evidentes, puesto que son ese tipo de empresas las que pueden generar -como lo venían haciendo en Venezuela hasta antes del establecimiento del control de divisas-, la descapitalización acelerada de una economía a través de la fuga de divisas y la fuga de capitales.
Tampoco han comprendido quienes defienden esas posiciones, que no basta poner bajo el control del Estado venezolano determinadas empresas estratégicas o un elevado porcentaje de la economía nacional en poder del pueblo. Por ello, guardando las distancias debidas y sin pretender que las realidades sean similares y peor iguales, dado, por ejemplo, la participación militante de las fuerzas armadas venezolanas en el proceso revolucionario, que la oposición chilena logró sus objetivos contra el Presidente Salvador Allende a pesar de que, como afirmaba el propio Allende un año luego de haber asumido el gobierno:
«… hemos avanzado en el área social, base del programa económico, fundamento del poder para el pueblo.
Controlamos el 90 por ciento de lo que fuera la banca privada: 16 bancos, los más poderosos, entre ellos el Español, el Sudamericano, el Crédito e Inversiones, el Banco de Chile, son hoy patrimonio de Chile y del pueblo. Más de 70 empresas monopólicas y estratégicas han sido expropiadas, intervenidas, requisadas o estatizadas. Somos dueños.
Podemos decir: nuestro cobre, nuestro carbón, nuestro hierro, nuestro salitre, nuestro acero; las bases fundamentales de la economía pesada son hoy de Chile y los chilenos.
Y hemos acentuado y profundizado el proceso de reforma agraria: 1.300 predios de gran extensión, 2 millones 400 mil hectáreas han sido expropiadas. En ellas viven 16 mil familias, y hay cabida potencial para 10 mil más».
Desarrollo endógeno y soberanía tecnológica
La soberanía tecnológica es posible lograrla mediante dos procesos: el propio desarrollo o la diversificación de las fuentes concesionarias de tecnología. La Revolución Bolivariana de Venezuela ha adoptado y puesto en marcha las dos alternativas, como lo demuestran las realidades más evidentes que se detallan inmediatamente.
En el campo del desarrollo tecnológico propio:
1. La creación de la Universidad Bolivariana de Venezuela, como medio para ampliar a futuro la oferta de técnicos de alta especialización, indispensables para el desarrollo tecnológico propio;
2. El desarrollo de las Misiones Sucre y Rivas, para posibilitar el acceso de los sectores populares y su conversión en futuros cuadros del desarrollo tecnológico, a la vez que reduce el elitismo fincado, principalmente, en la educación superior;
3. El envió de técnicos venezolanos a especializarse en áreas específicas, como es el caso de la cooperación con Argentina en el sector agropecuario;
4. El inicio de la producción de tractores nacionales, con tecnología iraní, 400 de los cuales, producidos por la empresa VENIRAN, fueron entregados por el Presidente Chávez en Puerto Ordaz el 23 de noviembre del 2005;
5. El previsto inició de la producción de computadores sobre la base del acuerdo suscrito con la República popular China;
6. La producción de vehículos 4x4, para uso civil y militar, bajo la marca Tiuna;
7. La futura producción de aviones en acuerdo suscrito con empresas brasileras
Es en este ámbito donde la Misión Vuelvan Caras, columna vertebral del desarrollo endógeno, puede y debe jugar su papel en apoyo al desarrollo tecnológico y, en consecuencia, al fortalecimiento de la soberanía tecnológica. Principalmente si es capaz de impulsar la creación de Empresas de producción Social (EPS), integradas al proceso antes mencionado. En este esfuerzo se deben también considerar las innovaciones que se desarrollarán en el marco de esas unidades productivas.
En el ámbito de la diversificación de los proveedores tecnológicos, como mecanismo para fortalecer la soberanía tecnológica, entre los eventos más importantes pueden citarse:
* La compra a Rusia de los 100 mil fusiles AK 103 y de los helicópteros Mi 17, Mi 26 y Mi 35;
* La adquisición a España de 8 aviones y 12 patrulleras;
* La negociación de aviones Super Tucano y AMX-T producidos por el Brasil
Son muestras de la estrategia para alcanzar una mayor independencia tecnológica y fortalecer la soberanía militar en el campo militar.
Conclusiones
De todo lo antes expuesto pueden extraerse las siguientes conclusiones:
1. No existe una claridad teórica sobre conceptos y teorías básicas, lo que, no sólo determina un uso inadecuado de los mismos, sino y lo que es más grave, define caminos contrarios a la construcción del socialismo planteado por el Presidente Chávez y asumido por la Revolución Bolivariana de Venezuela y la mayoría de la nación venezolana;
2. Es históricamente imposible definir relaciones de producción diferentes a las capitalistas que no sean las socialistas. En consecuencia, el planteamiento del MINEP es incorrecta, tanto en términos revolucionarios como teóricos;
3. La creencia de que puede modificarse el capitalismo sin cambiar sus relaciones de producción, puede crear una falsa ilusión en el pueblo revolucionario de Venezuela, en el sentido de que puede adquirir la convicción errónea de que están construyendo el socialismo, cuando su acción estaría siendo orientada solamente a la modernización del capitalismo, y no más allá de eso;
4. El voluntarismo subjetivo impera en los directivos y teóricos del MINEP, responsables de la formación de los facilitadotes de la Misión Vuelvan Caras, puesto que presuponen que sus deseos, sus ideas se cumplirán incluso sobre las leyes objetivas del capitalismo, que rigen la realidad concreta de esa formación económica y social. El mantenimiento de esa posición puede enviar al traste todos los objetivos planteados para esa Misión, en el marco de la construcción socialista, toda vez que su acción se constreñiría a la modernización del capitalismo -mediante la generación de empleo-, meta que no tiene nada que ver con la estrategia planteada por el Presidente Chávez y la Revolución Bolivariana de Venezuela.
5. Las indefiniciones antes planteadas determinan, en el sector agropecuario, contradicciones entre los cuestionados objetivos planteados para los Núcleos de Desarrollo Endógeno y la forma social de propiedad que instituyó sobre la tierra la Ley de Tierras y de Desarrollo Agrario;
6. El alto grado de movilización y comprometimiento de la mayoría de la nación venezolana con el proceso revolucionario, debería ser aprovechado para avanzar en la construcción y ampliación de un sector de propiedad social, en lugar de subsumirlo en proyectos aparentemente revolucionarios, de los cuales solamente tienen el calificativo de tales;
7. El Desarrollo Endógeno es una opción de política económica que apoya al fortalecimiento de la soberanía económica y alimentaria, en tanto y en cuanto crea unidades productivas que producen bienes y servicios en reemplazo de los actualmente importados. Acción que puede cumplirla como instrumento de modernización capitalista o en apoyo a la construcción del proyecto socialista, posibilidad cierta que sólo será posible dilucidar si se resuelven los graves problemas ideológicos y políticos antes reseñados;
8. Las innovaciones que se produzcan en el propio seno de los NUDE, así como la diversificación de las fuentes de tecnología sobre la base de los acuerdos de transferencia de tecnología acordados con Brasil, Argentina, Uruguay, China, España, etc., contribuirán, muy positivamente, al fortalecimiento de la soberanía tecnológica, tanto en el campo civil como militar.

AltercomAgencia de Prensa de Ecuador. Comunicación para la Libertad.Guillermo Navarro JiménezInvestigador y economista ecuatoriano, autor de varios libros sobre el Plan Colombia y Economía.
www.altercom.org/article132440.html

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