martes, diciembre 10, 2013

Hacia una política suramericana de ciencia y tecnología

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Hacia una política suramericana de ciencia y tecnología

Sally Burch

ALAI AMLATINA, 9/12/2013.- América del Sur cuenta con grandes riquezas 
naturales, cuyo aprovechamiento podría ayudar de manera significativa a 
superar la pobreza -que aun afecta a unos 100 millones de personas- y 
contribuir al vivir bien de los pueblos de la región. Poder 
aprovecharlas adecuadamente, a la vez que minimizar el consecuente 
impacto ambiental, requiere del desarrollo de capacidades propias en 
ciencia y tecnología. Tal fue una de las premisas centrales del Foro de 
UNASUR “Ciencia, Tecnología, Innovación e Industrialización”, que se 
desarrolló del 2 al 4 de diciembre en Rio de Janeiro, Brasil. La región 
cuenta con un importante acumulado de conocimientos, tradicionales y 
nuevos, y una gran diversidad de producción teórica, pero se encuentran 
dispersos, por lo que el Foro acordó en la necesidad de elaborar una 
visión común entre países suramericanos respecto a las posibles 
estrategias para el desarrollo, y más específicamente, una estrategia 
común en el ámbito de la ciencia y la tecnología.

“Nadie duda que la gran fuerza de nuestra región reside en sus grandes 
recursos naturales”, afirmó Alí Rodríguez, Secretario General de la 
Unión de Naciones Suramericanas -UNASUR-, al abrir el Foro, precisando 
que la explotación irracional de tales recursos que ha ignorado los 
impactos humanos y ambientales, se ha traducido en graves conflictos 
sociales. Por lo mismo -acotó-, la meta de garantizar una explotación 
racional que minimice el impacto ambiental requerirá de grandes 
inversiones para la investigación y el desarrollo tecnológico, por lo 
que será mucho más factible hacerlo en forma conjunta entre los países 
de América del Sur, que si cada país actúa en forma individual.

En tal sentido, se informó que ya se ha avanzado con la propuesta de 
crear el Servicio Geológico Suramericano -SGSA-, como organismo 
supra-regional, encargado de sistematizar datos geocientíficos. Y que se 
está elaborando el proyecto del Instituto de Altos Estudios de UNASUR, 
con miras a promover la cooperación científica, tecnológica y académica 
entre los países del subcontinente.

La relevancia de partir de políticas propias para orientar la 
investigación en ciencia y tecnología fue colocada por el académico 
Enrique Dussel, quien desmitificó la teoría clásica, según la cual sería 
el desarrollo de la ciencia lo que permite producir tecnología, que al 
aplicarse en el proceso productivo conlleva a generar riqueza. Citando 
una serie de ejemplos históricos, como la revolución industrial inglesa 
de fines del Siglo 18, demostró que lo que ocurre es más bien al revés: 
es la voluntad política de impulsar un campo económico dado, en las 
condiciones particulares de un país, lo que determina las necesidades en 
tecnología y así motiva la inversión en la investigación científica 
respectiva. Solo impulsar la investigación científica, sin definir estas 
prioridades, no necesariamente conlleva a avances para el desarrollo, 
señaló.

La “gran ciencia” mundial se ha orientado a la guerra, antes que a la 
paz, generando una enorme capacidad para destruir la vida, señalaron 
algunos ponentes. Por lo demás, el desarrollo de ciencia y tecnología ha 
servido principalmente para aumentar la rentabilidad de los grandes 
capitales y no en beneficio de los pueblos. Incluso, como subrayó el 
investigador brasileño Theotonio dos Santos, la tecnología no sería 
ajena a la gran exclusión social que vive América Latina. “La 
concentración de tecnología está vinculada a la concentración de la 
renta”, enfatizó, añadiendo que si el 7% de la población ha logado 
controlar el 47% de la riqueza mundial, es gracias a la tecnología; ya 
que sin ella sería imposible manejarla.

De allí que en el Foro se destacó la importancia de enmarcar las 
políticas de ciencia y tecnología en una cultura de paz y de defensa de 
la vida, lo cual implica también romper con las tendencias dominantes 
donde las decisiones políticas suelen ser demasiado influenciadas por 
instituciones internacionales y, generalmente, con un sesgo exagerado en 
proyectos cooperativos entre universidades y empresas. Estamos hablando 
de “un cambio de paradigma en ciencia y tecnología”, recalcó, al 
respecto, Alí Rodríguez.

Proyectos colaborativos

En el Foro participaron mayoritariamente investigadores e 
investigadoras, pero también representantes gubernamentales y de 
distintos consejos de Unasur. Entre sus recomendaciones específicas, se 
contemplan la creación de proyectos colaborativos de investigación y el 
impulso de intercambios de profesores e investigadores con miras a 
compartir conocimiento e información sobre lo que se investiga en cada 
país. Sin descartar los intercambios con grandes proyectos mundiales de 
investigación como el CERN de Suiza, --uno de los centros más avanzados 
en física, que estuvo presente en el Foro--, se advirtió que formar 
investigadores en el exterior, en áreas de punta, a menudo significa que 
luego no tengan posibilidades de aplicar sus conocimientos dentro de la 
región. Por lo mismo, se planteó priorizar el intercambio 
intrarregional, la cual podría incluir la construcción de universidades 
o laboratorios compartidos en función de intereses de la región.

UNASUR está elaborando un directorio de centros de investigación en 
sectores estratégicos, de los que ya tiene identificados unos 600, pero 
constata que hay muy poca coordinación entre ellos, lo que implica 
duplicación de esfuerzos. Uno de los planteamientos de la entidad, 
entonces, es promover redes.

En esta dirección, se destacó, por ejemplo, el enorme potencial para la 
investigación científica de la Amazonía, la mayor parte de cuyos bienes 
genéticos aún son desconocidos, y que, mediante proyectos compartidos de 
investigación entre los países amazónicos, podrían prestarse para el 
desarrollo de una industria farmacéutica propia, pensada para responder 
a las necesidades de salud de la región, particularmente para el 
tratamiento de enfermedades que las empresas farmacéuticas 
transnacionales tienen poco interés en explorar por no representar un 
mercado rentable. Una estrategia de este tipo implica construir una 
visión común de la Amazonía como un sistema complejo y único, no 
retaceado por las fronteras nacionales, se señaló.

Se propuso también crear un programa de becas en Suramérica como parte 
de una iniciativa de “ciencias sin fronteras”, para facilitar la 
movilidad de investigadores y alumnos de postgrado. Además, se habló, de 
la necesidad de abrir espacios para la discusión de ciencia y tecnología 
con una multiplicidad de actores, más allá del público técnico 
especializado, y de democratizar la ciencia. Se enfatizó también en que 
una de las condiciones para el desarrollo científico propio es mejorar 
la educación básica, lo que implica ir más allá de la meta de décadas 
anteriores, que era universalizar la educación, para ahora centrar la 
mirar en la calidad, con miras a formar jóvenes capaces de entrar a la 
formación universitaria con una sólida base humanista y científica.

Varios ponentes resaltaron la importancia de rescatar y valorizar el 
conocimiento tradicional y de promover un diálogo de saberes, como un 
elemento clave del desarrollo del pensamiento propio de la región. En 
este marco, se resaltó la relevancia de propuestas como el buen vivir o 
vivir bien como principio orientador de las políticas públicas, que en 
Ecuador y Bolivia ya tiene fuerza constitucional. En este marco, se 
evocó como ejemplo la agroecología, como una ciencia que nació 
prácticamente en América Latina, y que es basada precisamente en este 
diálogo entre conocimiento tradicional y ciencia moderna, y que con un 
mayor impulso desde las políticas públicas podría asegurar las 
necesidades de alimentación de las poblaciones de la región con comida 
saludable, y sin deteriorar la tierra ni contaminar las fuentes de agua, 
como ocurre en zonas de grandes monocultivos, orientados generalmente a 
la exportación. Tema que no es menor, si se considera que la tierra y el 
agua son quizás los mayores recursos naturales renovables con los que 
cuenta América del Sur, pero cuyo futuro está justamente en riesgo.

El seguimiento de este segundo debate en UNASUR (el primero, sobre 
Recursos Naturales para el Desarrollo Integral de la Región, tuvo lugar 
en Caracas en mayo pasado), le corresponde asumir al Consejo de Ciencia 
y Tecnología de UNASUR, cuyo presidente es René Ramírez, Secretario de 
Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación de Ecuador. En una 
videoconferencia, Ramírez destacó el tema de la propiedad intelectual e 
insistió en la importancia de una estrategia conjunta frente a la 
biopiratería y en la necesidad de un pacto regional para enfrentar 
conjuntamente las negociaciones internacionales, por ejemplo en la 
Organización Mundial del Comercio, añadiendo que “precisamos avanzar en 
una agenda soberana del conocimiento”.

Monica Bruckmann, una de las principales organizadoras del Foro, comentó 
en entrevista que entre los logros del evento se destaca el señalamiento 
para pensar proyectos de desarrollo integral, con sustentabilidad e 
integralidad, que minimicen el impacto ambiental y donde el 
aprovechamiento de recursos tenga como finalidad las necesidades de los 
seres humanos, desde una perspectiva soberana. Ello implica una ruptura 
histórica, en la medida en que la región se ha insertado en la economía 
mundial en función de los intereses y la lógica de las economías 
centrales. Pero hoy, “se está creando un nuevo paradigma de desarrollo a 
partir de las necesidades de nuestros pueblos”, precisó.

Rio de Janeiro.

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